En la gran mayoría de los proyectos de restauración o cutomización de motos, la nostalgia y el pasado de los dueños son grandes protagonistas en el resultado final. En el caso de esta curiosa y llamativa Honda XR75 personalizada ocurre lo mismo, la juventud de su creador y sus experiencias con las motos de esa época le llevaron a meterse de lleno en este proyecto.
La marca japonesa lleva más de medio siglo dentro del mercado de las motos de pequeñas dimensiones, un sector reducido en el que sigue desarrollando motos modernas. Sin lugar a dudas la más famosa de ellas es la Monkey, de la que se han lanzado un sinfín de versiones y modificaciones, y las que todavía nos quedan por ver. Sin embargo, la moto que hoy te traemos puede que no disfrute de tanta fama, pero también es otra moto histórica de la marca del ala dorada.
Se trata de una Honda XR75, la cual salió a la venta en 1973 y se convirtió rápidamente en el objeto de deseo de los más jóvenes de la casa. La unidad en cuestión es una moto que adquirió Mario, un entusiasta de las dos ruedas que por casualidad se topó con ella y no pudo resistirse a adquirirla y darle una segunda vida.
Esta Honda XR75 personalizada eligió a su dueño y no al revés
Un día, dando una vuelta por el taller de su amigo Carlos, Alpha Moto Co. en Texas, se topó con esta pequeña off-road y el flechazo fue inmediato. Desde pequeño había soñado con ella, porque era la moto del momento y además todos sus amigos la tenían, pero la familia de Mario no pudo permitírsela. Por eso mismo, ahora de adulto, no pudo resistirse a comprarla y encargarle a su buen amigo Carlos que la personalizara para él.
A pesar de que la moto no estaba en muy malas condiciones, había piezas que faltaban y otros elementos que Mario quiso poner a su gusto basándose en todo lo que soñó de pequeño y no pudo tener. Lo primero que les pidió fue que el chasis lo pintaran en color naranja, en honor a una bici que tuvo en su adolescencia y que suplió la falta de esta moto en sus mejores momentos. Para esta Honda XR75 personalizada, los chicos del taller también fabricaron el porta matrículas y los guardabarros de manera completamente artesanal.
Tanto el depósito como el asiento son los originales de la XR75, a diferencia de las suspensiones, las ruedas, el basculante, los mandos y el manillar, que los toma prestados de una pitbike Tao Tao DBX1. El motor de esta pequeña tampoco es el que traía de fábrica, en este caso se decantaron por un motor sin cambios de marcha de 140 centímetros cúbicos. Con ello la conducción es mucho más sencilla, algo menos divertida seguramente, pero también se gana en cuanto al mantenimiento se refiere.
El resultado final habla por sí solo, los adhesivos, conseguidos por el taller estadounidense, imitan a los originales. Mario ahora es una persona más feliz y se ha reencontrado con su niño interior de la mejor manera posible.